La felicidad cuesta infelicidad.
Cada decisión que tomamos en la dirección que queremos implica unas renuncias. Pagar un peaje. Una cuota de infelicidad. No hay decisiones que nos satisfagan al cien por cien, igual que no se puede dejar a todo el mundo contento. La otra opción es no hacer nada. El inmovilismo.
Pero la clave es decidir. Elegir. Priorizar. En el fondo, si somos sinceros con nosotros mismos sabemos lo que queremos. Sabemos lo que nos gusta, el estilo o la forma de vida que nos apasiona, y los sueños que nos gustaría cumplir.
El problema es que la mayoría de nosotros dejamos que se quede todo ahí. En meros sueños o deseos, y llamamos suerte o mala suerte a lo que nos separa de ellos. No nos activamos. No tomamos decisiones. No hacemos cosas que nos acerquen a lo que realmente queremos.
Y es que decidir implica incomodidad. Es más cómodo no hacer nada. Pero la comodidad es comodidad no felicidad.
Tras una decisión importante viene un “pero, ¿qué haces?”, “ya verás como te va a salir mal”, o “te equivocas”. La mayoría de las veces viene de nuestras personas más cercanas.
Es habitual que muchas parejas continúen adelante por la propia inercia del día a día sin que la relación sea satisfactoria. Lo cómodo es dejar pasar el tiempo. Decidir romper la relación supone un gran esfuerzo: enfrentarse a la dureza del momento de decirle a esa persona que se ha acabado, el resto de la familia, los amigos, y no hablemos ya si hay hijos. Lo fácil, lo cómodo. No hacer nada. Dejar que pasen los días, y la vida.
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Muy acertado tu artículo Oscar que nos lleva a la reflexión. Es verdad lo que comentas y que transciende del ámbito familiar, aunque es a nivel de pareja donde las personas nos anclamos más en el inmovilismo, muchas veces manteniendo una creencia irracional/necesidad de que para ser feliz necesitamos tener pareja, lo cual, evidentemente no es cierto.
Felicidades Oscar. Seguiré leyendo tus interesantes publicaciones como llevo tiempo haciendo. Un saludo.
Muchas Gracias Santi.
Muy cierto lo que dices sobre la creencia de que no podemos estar solos, lo que nos lleva a relaciones que buscan más salir de la soledad que otra cosa. Daría para otro artículo. Muchas veces hacemos las cosas porque toca y no porque las deseemos. A cierta edad toca tener pareja, y a otra tener hijos. Los hijos deben desearse realmente y no tenerlos porque toca. Frases como «se te va a pasar el arroz» son indicativas de esa presión social.
Un Saludo.
En este articulo no estoy deacuerdo, al menos viéndolo desde mi punto de vista personal, Cuando la vida familiar es «la normal», cuando no hay » situaciones extrañas » , cuando por supuesto existe un respeto y una vida «comoda»… ¿ cuales son los motivos que te pueden decidir plantear un divorcio?, » me siento agobiad@»… » no estoy motivad@»… creo que eso es una posición egoísta por parte del conyugue sin pensar en los hijos…
Cada uno tiene su punto de vista. Pero muchas de veces eso de mantener una relación por los hijos, puede acabar siendo lo peor para los propios hijos. No se debe estar en una relación de pareja si uno no está cómodo y feliz. A la larga no acaba siendo bueno para nadie.
Saludos.